Todo el mundo conoce bien las plataformas de difusión de vídeo en streaming como Youtube o Dailymotion. Pero al margen de esta afirmación, la verdadera problemática de la difusión de vídeos en la red es ¿streaming o pseudo-streaming (emisión en continuo)?
Un vídeo requiere una gran capacidad de almacenamiento y de ancho de banda. Además, si no desea que sus vídeos contengan la marca y los menús de una plataforma de difusión de vídeos, debe difundirlos de otra forma. Por eso, hay que entender bien en qué consiste la difusión de vídeos en la red. En concreto, existen dos grandes técnicas: el streaming multicast y el pseudo-streaming unicast.
El streaming multicast consiste en emitir un vídeo tal como lo hace una cadena de televisión en directo con emisiones programadas o en directo: hay diversas conexiones simultáneas en un mismo flujo de vídeo parecidas a la asignación del cableado o a la difusión terrestre. Utilizan esta técnica los operadores de cable y telecomunicaciones que se conocen como IPTV y que encontramos en los paquetes que nos ofrecen las compañías telefónicas. Sin embargo, también podemos utilizar el streaming multicast con Internet público, pero existen grandes imposiciones en cuanto a la relación calidad/precio de la emisión, pues con esta técnica hay que pasar por servidores que desean garantizar la gestión de todas las peticiones de los internautas, administrar la calidad del vídeo, etcétera.
¿Multicast o unicast?
El pseudo-streaming, por su parte, es una forma de difusión de punto a punto que se conoce como «unicast», que aunque al principio se inventó para Internet, ahora existe también unicast en streaming para los hoteles o en los paquetes que ofrecen las compañías telefónicas. La tecnología más conocida para este tipo de funcionamiento es el Flash Video, que sigue de actualidad gracias a sus recientes evoluciones, sobre todo las de H264 y la compatibilidad con el HTML5, incluso si este formato está igualmente capacitado para utilizarse en streaming. El pseudo-streaming se materializa generalmente con una barra de lectura cuando se muestra el vídeo. Por un módico precio, lo encontramos también en plataformas de difusión que no emiten programas en directo, sino también en páginas web que ofrecen vídeos almacenados en su alojamiento web y que pueden mostrarse simplemente en un http sin necesidad de un servidor de vídeo especial para ello. El vídeo en cuestión se almacena temporalmente en la memoria del PC, tableta o smartphone para así garantizar una mayor fluidez.
De todas formas, el streaming «en directo» debe garantizar cierta calidad de emisión, ya que lo que dejamos de ver en un momento dado desaparece completamente, a no ser que se grabe en la fuente o que sea una redifusión por parte del proveedor, pero en este caso no podríamos hablar de directo. Desde hace poco tiempo y gracias a la nube (y gracias también a un protocolo normalizado CDN, o red de entrega de contenidos, capaz de unir los centros de datos entre ellos para gestionar esta problemática) ya no se trata de simples sociedades como la francesa Akamaï, que pueden emitir vídeos en streaming para millones de internautas en todo el planeta. Efectivamente, a partir de ahora es posible utilizar servicios de plataformas de streaming como Cloud Metacdn o Dailymotion Cloud con marca blanca que proponen un streaming mundial. El interés de esta versión Cloud reside en permitir visualizar de forma instantánea el coste de difusión en función de las necesidades y ajustarlos en tiempo real. Ya no se trata de los costes de almacenamiento que son facturados, sino de la banda ancha que se consuma.