El 1 de febrero de 2003 y tras 17 días en el espacio, el transbordador espacial Columbia tiene programado su aterrizaje en el Centro Espacial Kennedy a las 9:16 a. m., poniendo así punto final a la misión STS-107. A las 9:00 a. m. aproximadamente, ocurre el desastre: la CNN retransmite en directo la desintegración del transbordador sobre el estado de Texas. Más adelante se descubre que el origen del desastre había sido un trozo de espuma de aislamiento térmico que se había desprendido del transbordador 80 segundos después del despegue.
Seis meses después de la colisión se halló entre el escombro del transbordador un disco duro carbonizado y maltrecho en el lecho seco de un lago. La NASA confió este disco duro a Ontrack para que recuperase la mayor cantidad posible de datos.
Misión imposible
La misión se encomendó a Jon Edwards, experimentado ingeniero de sala limpia en Ontrack, y a su equipo. Así es como lo recuerda:
"A lo largo de mi carrera he presenciado multitud de desastres, algunos de los cuales me llevaron a recuperar datos de equipos que habían sufrido las condiciones más extremas (inundaciones, incendios, colisiones, etc.). Un día mis supervisores se pusieron en contacto conmigo y me explicaron que mi equipo y yo teníamos que tratar de recuperar los datos de un disco duro que se había derretido parcialmente al atravesar la atmósfera, se había precipitado al vacío 60 km a una velocidad espectacular y, tras haber aterrizado, había permanecido en la superficie terrestre durante 6 meses antes de que lo encontraran. Se trataba de una tarea muy compleja y debo admitir que cuando recibí el disco no estaba convencido de que fuese a conseguir gran cosa."
En efecto, el disco estaba parcialmente triturado y calcinado hasta el punto de haber quedado irreconocible, además de haber sufrido daños por haber estado expuesto a los elementos durante varios meses. El sello de polvo del disco se había deteriorado seriamente por la intensidad del calor al haberse reintroducido en la atmósfera, dejando su interior expuesto a todo tipo de partículas extrañas potencialmente dañinas y capaces, en última instancia, de imposibilitar su recuperación. Estos son, por encima, los daños que había sufrido el disco:
Superando las adversidades
A pesar de todo esto, a los ingenieros de Ontrack no les faltaban recursos y conservaban un resquicio de esperanza. Tras muchas horas de trabajo, de hecho, consiguieron recuperar con éxito el 99 % de los datos almacenados en el disco duro. ¿Cómo fue esto posible?
Si bien los daños eran significativos, como se puede apreciar en la imagen superior, los discos metálicos giratorios (conocidos como “platos”) que almacenaban los datos se conservaban mayormente en un estado salvable. Por suerte, la mayoría de las partes del disco que contenían los datos (240 MB de los 400 MB de la capacidad de almacenamiento total del disco) estaban en buenas condiciones. Además de esto, el ordenador de la NASA en el que se utilizaba este disco tenía instalado el sistema operativo DOS, diseñado para no esparcir datos por todo el disco, tal como tienden a hacer la mayor parte de los formatos de sistemas de archivos modernos. En lugar de esto, el DOS los había agrupado en ubicaciones específicas del disco y la suerte había determinado que el punto exacto que no había sufrido daños por impacto y polvo fuese precisamente el que contenía información utilizable.
Los platos del disco se extrajeron cuidadosamente del disco original, se limpiaron y se colocaron en un disco nuevo, pero eso no fue todo. Puesto que el sistema electrónico había quedado totalmente inutilizable, nuestros ingenieros tuvieron que probar distintos tipos de firmware compatible para conseguir acceder a los datos. Jon y su equipo se las arreglaron para superar todos los obstáculos y recuperar el 99 % de los datos que había recopilado en el espacio la tripulación del Columbia.
El objetivo de la misión STS-107 era recabar información de experimentos biológicos. Estos resultados, parcialmente recuperados del disco duro de 400 MB rescatado, se publicaron más de 5 años después en el número de abril de 2008 de Physical Review E.